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A lo largo de los años, los especialistas en Química encabezaron una lucha social para el reconocimiento de sus labores, esto con el fin de que se les dejara de considerar boticarios, dando la importancia merecida a su trabajo en favor de la creación de sustancias y medicamentos beneficiosos para la población.    

Lo anterior fue expuesto por el maestro Víctor Raziel Castro Ramírez durante la conferencia “Químicos Ilustres de Yucatán”, realizada como parte de las actividades con motivo del Centenario de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).    

Durante su exposición, relató que había una pugna entre farmacéuticos y boticarios; pues se decía que ser boticario, era sinónimo de corrupto, mentiroso y que solamente le interesaba el dinero, en cambio, el farmacéutico luchaba porque se reconociera la profesión, el arte de hacer medicamentos.    

El también profesor de la Facultad de Química, recordó que fue Joaquín Dondé el primero en poner los cimientos de esta escuela, iniciando sus estudios formales en Farmacia en el estado de Puebla, ya que consideraba que la formación en el sureste era práctica y no había desarrollo de ideas, ciencia o conocimiento.    

Tras varios años de estudio también en la Ciudad de México, regresó al sureste e inició con una cátedra de Farmacia en Campeche, que posteriormente trasladaría a Yucatán y es que “lo que realmente quiere (Dondé) es que Yucatán tenga una cátedra formal, profesional, científica, para que los demás farmacéuticos pudieran estudiar en su estado”.    

Además, en conjunto con José Dolores Patrón y Manuel Arias, establecen la Escuela Especial de Medicina y Farmacia.    

Luego de hacer todo un recuento, Castro Ramírez recordó que en octubre de 1922 se creó la Escuela de Química y Farmacia de la entonces Universidad Nacional del Sureste, y su primer director fue Ernesto Patrón Villamil.    

Los primeros docentes de esta Escuela fueron Enrique Escalante Solís, quien también se desempeñó como el segundo director; y fue sucedido por Martín Medina Rosado, quien tenía el segundo laboratorio de análisis de orina y esputos, a la vez que era responsable de la Farmacia Urcelay y de la botica San José.    

En tanto, Ramiro Alcocer, quien ingresó a la Escuela en 1935 y dos años después se convertiría en profesor suplente, un año más tarde se tituló como Químico Farmacéutico y fue un luchador incansable por establecer la carrera, que en ese entonces tenía pocos egresados.  

Además, recibió reconocimientos como Hijo Distinguido de Mérida, en 1986, y el premio QF Pedro Martínez Campos, por el maestro más destacado de la Facultad de Química, entre otros.    

Finalmente, Felipe Germán Escalante y Ruz, quien encabezó la brigada médica de servicio social, que brindó atenciones sanitarias en el oriente de la península, y fue director de la Facultad entre 1972 y 1978, y en 1984 fue secretario general de la UADY.    

“Me quedo con estos farmacéuticos, nos quedan muchos años y que la propia historia nos diga y mida hasta donde va a llegar esta comunidad”, puntualizó.  

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