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Están mejorando las perspectivas de crecimiento a nivel global. Como comenté la semana pasada, tanto los principales organismos internacionales -como el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros-, como los economistas de las instituciones financieras y de análisis, han estado revisando sus pronósticos de crecimiento al alza. Los tres factores principales por los que están mejorando las proyecciones de crecimiento son: (1) Proceso de vacunación para Covid-19; (2) permanencia de la laxitud monetaria y fiscal a nivel global; y (3) último paquete de estímulo fiscal en los Estados Unidos por 1.9 billones de dólares (~8.4 por ciento del PIB).

Desafortunadamente, el mundo presenta tres retos muy relevantes: (1) Las economías avanzadas tienen un acceso substancialmente mayor a las vacunas, con respecto a los países emergentes. Esto puede tener un impacto económico y sanitario a nivel global, porque además, el mundo podría tardarse más en lograr la ‘inmunidad de rebaño’ y aumentar el peligro de diseminación de otras cepas; (2) de manera similar al tema de las vacunas, las economías avanzadas han podido llevar a cabo políticas de estímulo fiscal y monetario mucho más agresivas que los emergentes y aunque hay una parte que también apoya a los emergentes, éstas tienen un mayor impacto en las propias economías avanzadas. Ambas circunstancias (1) y (2) están provocando que la recuperación económica y sanitaria sea dispar; y (3) preocupación de que la gran laxitud fiscal y monetaria a nivel global provoque que los bancos centrales tengan que subir sus tasas de interés antes de lo previsto.

Sobre el tercer reto, cabe señalar que toda esa laxitud monetaria y fiscal de la que comentaba ha generado exceso de ahorro en varias economías, principalmente en las avanzadas, debido a que en lugar de gastar el dinero que reciben de los cuantiosos estímulos fiscales, las familias lo han ahorrado para gastarlo en cuanto ‘termine la pandemia’ o por la incertidumbre que generó la recesión en torno a mantener el empleo. Esto, a su vez, ha provocado que los participantes de los mercados financieros internacionales hayan actuado ante preocupaciones de que tanta laxitud monetaria y fiscal -en donde no solo se aprobó un nuevo paquete de estímulo fiscal en EU recientemente, sino que en dicho país se pretende también aprobar un paquete de infraestructura por 2.25 billones de dólares (~10.0 por ciento del PIB)-, provoque mayor inflación, particularmente en EU. En este sentido, esto podría provocar que el Comité de Operaciones de Mercado Abierto (FOMC) del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) tenga que retirar el estímulo monetario (i.e. dejando de comprar activos, disminuyendo el monto de compra o de plano aumentando la tasa de referencia) antes de lo anticipado por los mercados (2023). Esto podría poner en peligro la recuperación mundial.

De hecho, estas preocupaciones -que han tenido un impacto muy significativo en los mercados de bonos y materias primas a nivel global-, han puesto presión en los bancos centrales de varios países emergentes. Tal es el caso de las autoridades monetarias de Turquía, Ucrania, Brasil, Rusia e inclusive a nuestro propio banco central, que decidió el pasado 25 de marzo dejar la tasa de referencia sin cambio en 4.0 por ciento, a pesar de que el conceso de analistas en la encuesta Citibanamex más cercana a la decisión, era que la bajarían 25 puntos base a 3.75 por ciento. En este sentido, el caso de Turquía ha sido el más relevante, en donde en la reunión del pasado 18 de marzo, el banco central decidió aumentar su tasa objetivo de 17.00 a 19.00 por ciento (¡200 puntos base!), a pesar de que el consenso de analistas anticipaba 100 puntos base (pb) de incremento. En el caso de Ucrania, estas presiones se reflejaron en sus dos últimas reuniones de política monetaria, en donde sorprendió a los participantes de los mercados en ambas ocasiones, aumentando la tasa de 6.00 a 6.50 por ciento el 4 de marzo pasado -cuando no se anticipaba cambio-, y teniendo que aumentar la tasa en 100 pb la semana pasada, de 6.50 a 7.50 por ciento, cuando el mercado

esperaba solo 50 pb de aumento. El Banco Central do Brasil tuvo también un episodio similar el pasado 17 de marzo, teniendo que aumentar la tasa en 75 pb, de 2.00 a 2.75 por ciento, en lugar de 50 pb que se esperaban. Adicionalmente los miembros de la Junta de Gobierno (Copom) fueron muy explícitos que en la reunión siguiente volverán a elevar la tasa en otros 75 pb.

Así, mientras los precios de las materias primas a nivel mundial y las tasas de rendimiento de los bonos de largo plazo han aumentado considerablemente en las ultimas semanas, los mercados accionarios han continuado ganando terreno, ubicando a la mayoría de sus índices bursátiles en máximos históricos. La preocupación es que la laxitud monetaria y fiscal no solo afecte a los precios al consumidor, sino también a los precios de los activos, en donde podrían inclusive generarse ‘burbujas’ (i.e. incrementos en los precios que carecen de fundamentos estructurales para dicha valuación y terminan por ‘reventarse’ cual burbuja).

Si bien ese es un tema para discutir con gran amplitud, en mi opinión, no se está gestando una burbuja accionaria, pero considero que sí está ocurriendo con las criptomonedas, como Bitcoin.

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