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«Desde el fondo de mis historias de VIDA HOSPITALARIA»

del Dr. Edgardo Bustillos Alamilla

Llevo cerca de 43 años desempeñándome como médico, y nunca había vivido algo así
(enero 2020). Tanta información en redes sociales, noticieros, periódicos, necesidad de explicar, entender y comprender que algo estaba sucediendo en el mundo, temor, ansiedad hasta
llegar al pánico.

Una pandemia, la peste, el Apocalipsis, peor que una guerra… los besos se convirtieron más en una
cuestión de riesgo que de amor, y todos, hasta el rostro más conocido de nuestras vidas, se convirtió enamenaza: en enemigo. Toser ya era sinónimo de un disparo, estornudar de una bomba, y la fiebre, unaguerra. El mundo paró, los países y las ciudades se aislaron en una cuarentena de pánico sin que nadie supiera hasta cuándo.

“Quédate en casa”, se decía, pero no pude dejar de salir, pues soy de aquellos cuya actividad se con-
sideraba esencial: soy médico, y dirigía un Hospital. ¿Cuántas vidas podría cobrar la COVID-19? Un virus que nos ha hecho replantearnos nuestra fragilidad mortal para cambiar drásticamente nuestro modo de vivir… habrá un antes y un después.

La sombra del peligro agrietó un suelo que suponíamos firme. Las personas temían más a un diminuto enemigo nuevo que a los que ya conocían. ¿Será que cuando nos sentimos amenazados es cuando los besos se convirtieron más en una cuestión de riesgo que de amor, y todos, hasta el rostro más conocido de nuestras vidas, se convirtió en amenaza: en enemigo; podemos decidir si la solidaridad o el egoísmo son la estrategia recomendable? La crisis nos ha obligado a mirarnos al espejo.

En 1937 se detecta por primera vez el coronavirus en pollos, pero fue hasta 1960 que se aísla por
primera vez en humanos… en 1962, en el Departamento de Medicina de la Universidad de Chicago, el virus de gripe más conocido era el rinovirus.
En 1967, Almeida y Tyrrell lograron tomarle foto con el Microscopio Electrónico y fueron las prime-
ras fotos del coronavirus, que en ese momento no tenían un nombre.

Hace años solo daba un resfriado común, pero ya en el 2002 se reportan fallecimientos por neu-
monía atípica.

En el año 2019 se presenta ya con el nombre de COVID-19 por algunos cambios en
su genética. Se ha establecido que el 75% de las enfermedades emergentes virales son provo-
cados por zoonosis (origen animal).

A finales de Diciembre de 2019, en Wuhan China, comenzaron a padecer una neumonía que se relacionó con la estancia del mercado de mariscos de Wuhan (animales vivos y humanos que conviven).

El 7 de enero del 2020 se toma muestras de los enfermos, detectando el nuevo Coronavirus mutado.

El 11 de enero tuvo lugar la primera defunción, y el 12 de enero China informa la secuencia genética del virus y permite identificarlo mediante pruebas diagnósticas. El 20 de enero, se confirma que se puede transmitir entre humanos, y el 30 de enero del 2020 la OMS establece como emergencia pública a nivel Internacional.

El 11 de marzo del 2020 se declaró la pandemiapor rebasar los 120 mil casos infectados y por su propagación en 108 países, con 4378 defunciones. Para diciembre del 2020, el virus había paralizado al mundo y había cobrado más de un millón y medio de vidas en todo el mundo.

Desde entonces, el mundo ha pasado por casi 611 millones de contagios, y se rebasan 6.4 millones de muertes a nivel mundial.

En México, las cifras arrojan casi 7 millones y medio de contagiados, fallecimientos casi en 350 000 (aunque se establece como cifra real más de 700 000), y llevamos 5 olas de infecciones: alfa, beta, gam-
ma, delta, épsilon, etc… hasta esta última por las subvariantes de Ómicron BA12-1 y la BA4BA5.
Hay alrededor de 38 vacunas autorizadas en el mundo y otras 195 candidatas en diferentes etapas de desarrollo en estudio.

“El mundo nunca había estado en mejor posición para acabar con la pandemia del COVID-19”,
afirmó el Dr. Tedros Adhanon Ghebreyesus, Director de la OMS.

Estoy seguro de que, cuando todo pase, recordaré que hubo momentos que ya me dejaron marcado, que viví experiencias con personas que impactaron en mi alma, que frecuentemente hubieron lágrimas que me tragué, y, por supuesto, recuerdos que alegraron mi espíritu y fortalecieron mi convencimiento de esta hermosa profesión de haber sido Médico. Los que ya somos sobrevivientes de un naufragio colectivo, “con el corazón lloroso y el destino bendecido, nos sentiremos dichosos tan solo
por estar vivos”.

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